Santos, pecadores, amantes y tontos Audioguía

Audioguía para personas adultas

100. Introducción del director

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Christoph Heinrich: Hola, soy Christoph Heinrich, director del Denver Art Museum. Tengo gusto en darle la bienvenida a nuestra exposición especial, Santos, pecadores, amantes y tontos: 300 años de obras maestras flamencas.

Estas obras de arte nos transportan cientos de años atrás a Flandes, una región de Europa al sur de los Países Bajos, en el norte de Bélgica.

Hacia el año de 1400, Flandes se había convertido en la potencia financiera de Europa, con conexiones comerciales a nivel mundial. Sus ciudades rebosaban de artistas quienes trabajaban para mecenas adinerados, ansiosos por exhibir su estatus y sus intereses. Sus obras abarcaban desde imágenes religiosas piadosas hasta grandes retratos, escenas de la vida cotidiana e historias de la mitología. También plasmaban la naturaleza y los últimos avances científicos, todo ello con un sentido de realismo y detalle que supuso un cambio radical en el arte europeo.

Durante su recorrido con esta audioguía a través de este vivaz y bullicioso mundo, escuchará a la Dra. Katharina Van Cauteren, directora de la fundación Phoebus Foundation de Amberes, Bélgica, donde reside esta maravillosa colección de arte. ¡Bienvenido y bienvenida a Flandes - o, Welkom in Vlaanderen!

101. Un seguidor de Jerónimo Bosco, Hell (Infierno), c. 1540-1550

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Narradora: Este cuadro, pintado por un seguidor de Jerónimo Bosco, pretendía fascinar… y servir de aterradora advertencia. La muerte acechaba por todas partes en el Flandes del siglo XVI. Y para los cristianos, la certeza del más allá significaba creer tanto en el cielo... como en el infierno.

Esta visión del infierno está repleta de humeantes ruinas y calderas de fuego. A la derecha, una criatura de pico afilado, sentada en un asiento para bacín de madera para bebé, devora y excreta a pecadores de avaricia o codicia. A la izquierda, unos demonios castigan a asiduos de las tabernas que han caído en el vicio de la baraja y la bebida. Y sobre ellos, un par de gigantescas orejas sueltas que flanquean un cuchillo parecen aplastar y cortar los cuerpos humanos debajo.

Katharina Van Cauteren: Soy Katharina Van Cauteren, directora de la fundación Phoebus Foundation.

Durante el juicio final, Dios decidiría si recibes el boleto dorado hacia el Paraíso o si ardes eternamente en el Infierno. Así que existe una enorme cantidad de pinturas como esta escena ciertamente aterradora, creadas para ayudarnos a recordar todo eso.

Lo que más me fascina de este cuadro son los instrumentos musicales del centro. Se supone que son una advertencia, porque la música —al menos la no religiosa— se consideraba muy peligrosa. Era el diablo tratando de hacernos perder el control al cantar o bailar. Y ya sabemos, si se baila mejilla con mejilla, quién sabe qué otros pecados podrían seguir.

La eternidad es muy larga, así que mejor creer en Dios y vivir la vida virtuosamente, supongo.

102. Maestro de la Adoración de los Magos del Prado, San Antonio de Padua reprendiendo al arzobispo Simón de Sully en el Sínodo de Bourges, c. 1450-75

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Narradora: Vestido con un hábito marrón de monje, San Antonio ha recriminado a algunos obispos franceses su gusto por la ostentación. Uno de ellos se arrodilla, pidiendo perdón. Las lágrimas corren por sus arrugadas mejillas, un detalle con el que se pretendía captar las propias emociones del espectador.

Katharina Van Cauteren: Y la teoría de nuevo es, desde un punto de vista medieval, que si queremos ir al cielo, lo mejor que podemos hacer es intentar empatizar, simpatizar con los santos que vemos en imágenes como ésta.

Narradora: Las lágrimas del obispo son solo un elemento del cuadro que brilla y resplandece. En la cultura cristiana medieval, la luz simbolizaba a Dios mismo-

Katharina Van Cauteren: - lo cual explica que un pintor como éste le preste tanta atención. Y al mirar este cuadro, se puede distinguir cómo la luz entra a través de las ventanas, cómo pliega suavemente las telas con sombras, cómo se refleja en las piedras preciosas y brilla en el oro.

Lo interesante es que los artistas flamencos inventaron una técnica completamente nueva, que les permitía captar la luz y pintar con esta cantidad de detalles. Ya no mezclaban el pigmento con huevo, que era la forma tradicional de hacer la pintura, sino que empezaron a mezclarlo con aceite de linaza y eso les permitía pintar en capas muy translúcidas. Así, el cuadro casi parece brillar desde dentro, como si estuviera literalmente iluminado por la luz divina.

103. Pieter Coecke Van Aelst, Un tríptico: La Adoración de los Reyes Magos, c. 1530-1540

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Narradora: Un tríptico, o retablo de tres partes, simbolizaba la Santísima Trinidad: Dios Padre, Cristo y el Espíritu Santo. Los paneles laterales podían cerrarse como puertas sobre la escena central y las superficies del reverso solían presentar también pinturas. El retablo, que se abría en los días en que se celebraba alguna festividad religiosa, era toda una revelación, una gloria para contemplar.

Otrora, los retablos solo podían verse en las iglesias.

Katharina Van Cauteren: Pero ahora, estamos a principios del siglo XVI, los ciudadanos del sur de los Países Bajos son cada vez más ricos, por lo que tienen grandes casas con muchas paredes a las que les vendría bien un poco de decoración. Y si esa decoración puede ayudarnos a ir al cielo, ¡tanto mejor!

Narradora: El retablo muestra a los tres Reyes Magos y al Niño Jesús. Fue creado en Amberes, que a principios del siglo XVI era uno de los centros europeos más importantes de comercio y producción artística.

Katharina Van Cauteren: Un italiano que fue a Amberes y escribió, literalmente, que en Amberes había más pintores que panaderos.

Narradora: El tema de los Reyes Magos con sus exóticas ofrendas era uno de los más populares entre los mercaderes de éxito, que comerciaban con mercancías de lugares lejanos. Y, de hecho, las pinturas de temática religiosa fueron de las primeras obras de arte que los artistas crearon con fines especulativos para el mercado, y no como piezas únicas y personalizadas.

Katharina Van Cauteren: Pensaban que si pintaban ese tema tan popular, alguien lo compraría, casi como si fuera un tipo de supermercado para arte. Era un oficio y había que ganar dinero con él.

104. Jan Sanders Van Hemessen, Retrato doble de un hombre y su esposa jugando un juego de las tablas, 1532

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Narradora: Una partida de backgammon: ¿hay algo más sencillo y hogareño? De hecho, casi todos los detalles de este retrato de 1532 aportan información importante sobre esta pareja y sus aspiraciones.

Katharina Van Cauteren: Eran ese tipo de personas que hicieron opulento al sur de los Países Bajos. Es evidente que él es un empresario acomodado. Se nota porque va completamente vestido de negro, al igual que ella, y el negro era uno de los colores que requería más tiempo y, por tanto, más caro de producir. Así que, aquí realmente están presumiendo.

Narradora: La esposa, además, lleva mangas de terciopelo rojo, que en su día eran un derecho exclusivo de la nobleza. El plato de fruta es a la vez un refrigerio elegante y símbolo de fertilidad. Las uvas y el vaso de vino representan la misa cristiana y, por tanto, su fe. ¿Y el loro amazónico? Una mascota de prestigio, pero también una referencia al paraíso. Todos estos son buenos presagios matrimoniales, al igual que las miradas y los gestos que intercambian entre sí.

Katharina Van Cauteren: Es tan amoroso, el hombre y su esposa. Están jugando una partida de backgammon, pero los jugadores no son rivales. Se puede apreciar cómo ella lo toca con cariño.

Narradora: El artista sugiere que la pareja se ayuda mutuamente a navegar con éxito el juego de mesa de la vida y los negocios, como lo hacen con el backgammon en casa.

Antes, las personas adineradas habrían comisionado que su familia fuera retratada en una escena religiosa, arrodillados en señal de adoración. Pero más tarde, la realeza y la nobleza se dieron cuenta del poder de un retrato por derecho propio, especialmente como forma de mostrar su estatus.

Katharina Van Cauteren: Y si es lo suficientemente bueno para la nobleza, entonces los ciudadanos ricos harán lo mismo.

105. Peter Paul Rubens, Retrato del archiduque Alberto, 1615

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Narradora: Es obvio que esta no es una persona común. El artista Peter Paul Rubens consigue con experta maestría que admiremos a este hombre espléndidamente vestido. Se trata del archiduque Alberto, que gobernó los Países Bajos a principios del siglo XVII con su esposa, la princesa española Isabel.

Katharina Van Cauteren: Alberto se muestra en toda su noble gloria. Se puede apreciar su sombrero de archiduque en la mesa detrás de él. También lleva su cuello de gola, que estaba muy de moda. Y el encaje era casi tan caro como los diamantes, así que aquí sí que se luce.

Narradora: Las deslumbrantes pinceladas de Rubens evocan el brillo de la gola captada por la luz danzante de los bordados de oro y plata de las mangas.

Katharina Van Cauteren: Es realmente algo que solo Rubens podía o se atrevía a hacer en aquella época. Es como punto-punto-punto-punto y ahí está el resultado. ¡Es magia!

Narradora: Con la gola también se aísla el rostro del gobernante, que Rubens pinta con una penetrante perspicacia. Nos da la sensación de un personaje severo y sombrío, preocupado por asuntos de Estado.

Rubens fue uno de los principales pintores de la corte de Alberto e Isabel.

Katharina Van Cauteren: Los retratos de la realeza se utilizan como propaganda política. Lo que sucede es que un artista no solo pinta un retrato, sino toda una serie de ese. Y entonces, bueno, los archiduques en este caso pueden usarlo como un regalo político. Y los retratos se envían por toda Europa a todos los amigos y enemigos por igual solo para decir: "¡Este soy yo! -Si me cuelgas en tu salón, también dirá algo sobre tu trasfondo político y tus alianzas".

106. Quentin Metsys (y Jan Massys), Alegoría de la locura, c. 1525-1530

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Narradora: Más y más extraño... Este "tonto" o bufón tiene orejas de burro y su cerebro es una piedra que sobresale de su frente. El gallo en su gorro sugiere que su parloteo no es más que un cacareo jactancioso. En su bastón se posa su bastante indiscreto y diminuto amigo... Es de esperar que se burlen uno del otro, ¡y que luego se dirijan a nosotros!

Katharina Van Cauteren: Quienes admiramos los cuadros, solemos tener un gran concepto de nosotros mismos. Pero este tonto sabe que es un tonto. Así que nos lleva ventaja. Es algo bueno que se ponga un dedo sobre la boca, porque todos somos tontos como él, aunque, por suerte... ¡no se lo dirá a nadie!

Narradora: La escena habría sido bien recibida por su mensaje astuto, pero también por su humor vulgar, irresistible para un público del siglo XVI.

El cuadro es obra de Quentin Metsys, quien tuvo una carrera artística increíblemente exitosa en Amberes a comienzos del siglo XVI. Dio formación a sus hijos para que siguieran sus pasos, al igual que muchos otros artistas. Los artistas flamencos e italianos siempre se nutrieron de las innovaciones de unos a otros y, por supuesto, los Metsys no fueron una excepción.

Katharina Van Cauteren: Hacia el siglo XVI, los pintores de los Países Bajos empiezan a fijarse en las novedades que se están dando en Italia. Y una de las novedades es Leonardo da Vinci pintando o dibujando esas caricaturas. Y se ve que, de alguna manera, Quentin Metsys y sus hijos tenían que haber conocido aquellos dibujos. Y puede apreciar cómo estos se reflejan en sus propios cuadros.

107. Pieter Pietersz, El contador de granos, c.1560-1600

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Narradora: Puede que pensemos que este anciano está haciendo algo útil como ¡ayudar en la cocina! Pero para un espectador del siglo XVI, el cuadro resultaría comiquísimo. ¿Un hombre que hace de sirviente de cocina? ¡Imposible! Y en la jerga de la época "contar granos de cebada” –según los flamencos– significaba ser quisquilloso, un rasgo molesto y decididamente femenino.

Katharina Van Cauteren: Así que este hombre se está comportando como una mujer, algo que les parecía muy, muy divertido. El feminismo estaba todavía muy lejos, diría yo. Y también tiene que ver con la aparición de un nuevo conjunto de reglas sociales.

Narradora: La nueva clase compuesta de ciudadanos flamencos ricos y urbanos trataba de encontrar su lugar en la sociedad entre la nobleza y el campesinado para, de esta manera, establecer sus propios códigos de comportamiento frente a los de las personas que se hallan en la parte más baja de la escala. Para entretenerse, disfrutaban juntos reuniéndose y riéndose de las imágenes de los campesinos actuando tontamente.

Katharina Van Cauteren: Todavía no se había inventado Netflix, ¡así que miraban cuadros!

108. Johannes Stradanus, Nova Reperta: La invención de la pintura al óleo, c. 1590 y otros grabados de la serie.

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Narradora: En este animado estudio, un maestro artista elegantemente vestido trabaja en un cuadro de grandes dimensiones. Como la pintura en tubos no se inventaría hasta el siglo XIX, los aprendices preparan sus pinturas al óleo.

A la derecha, un joven muele pigmentos hechos de minerales de color y otros materiales orgánicos hasta convertirlos en un polvo fino sobre losas de piedra. Estos se mezclaban con aceite de linaza para producir pintura. El aprendiz más joven junto al artista está preparando una nueva paleta de colores.

La pintura al óleo, de la que fueron pioneros los artistas flamencos a principios del siglo XV, fue un invento revolucionario. Anteriormente, los pigmentos se mezclaban con yema de huevo. Se disponía de muy poco tiempo para trabajar con ellos antes de que se secaran y formaran una superficie opaca y mate. Ahora, los artistas podían crear una escena con capas de pintura al óleo translúcida que se podían retocar y mezclar durante un largo periodo de tiempo. Esto aportaba a sus obras profundidad, riqueza y luminosidad.

Este grabado está rodeado por otros de la misma serie que representan inventos y descubrimientos, mismos que nos ofrecen una vívida mirada a la fascinación de la gente por las innovaciones de todo tipo en el Flandes de finales del siglo XVI. En ellos podrá encontrar de todo, desde la imprenta y el molino de viento, hasta el descubrimiento de la longitud, las gafas, el azúcar de caña... y las Américas.

109. Maerten de Vos, El Bautismo de Cristo, 1568

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Narradora: Pintado en colores pálidos e intensamente iluminado para atraer nuestra mirada, Cristo es bautizado en el río por San Juan Bautista. Pero... ¡espere un momento! Este, definitivamente, no es el paisaje mediterráneo y soleado de Israel. En cambio, vemos verdes y exuberantes prados, cabañas con techo de paja y montañas rocosas bajo un cielo nublado. Entonces, ¿qué está pasando aquí?

Los artistas flamencos solían ambientar las escenas bíblicas en paisajes que se asemejaban a los que podrían ver en un viaje al sur. Como parte de su educación, muchos viajaban a través de Alemania y los Alpes para estudiar en Italia. Esta escena en particular es obra del pintor de Amberes Maerten De Vos, quien pasó una temporada en Venecia. Aquí podemos ver reflejados los ricos y brillantes colores tan de moda en el arte veneciano.

Katharina Van Cauteren: Pero, además, la anatomía ideal de sus figuras nos recuerda a las esculturas clásicas que debió haber visto allí. De Vos mezcla las tradiciones del norte y del sur en este maravilloso cuadro.

Pero, cuidado, nada de esto se pintó al aire libre. Todo se compuso perfectamente en el estudio del pintor. Lo cual tiene mucho sentido, porque habría que esperar hasta el siglo XIX para que se inventara la pintura en tubo antes de poder salir a dibujar. Pero hacer pintura era muy, muy complicado, así que uno no podía empezar a mezclar pigmentos y aceite de linaza al aire libre. Uno podía hacer bocetos en exteriores y luego hacer la composición del cuadro en general en el estudio.

110. Hendrick De Clerck y Denijs van Alsloot, Paraíso con cuatro elementos, 1613

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Narradora: Bajo el manzano del centro se encuentran Adán y Eva, el primer hombre y la primera mujer según el Antiguo Testamento. Están a punto de comer la fruta que Dios les prohibió tocar. A la derecha, un ángel los expulsa del Paraíso. Aparecen en un mundo rebosante de las riquezas de la tierra y del mar, custodiados por cuatro figuras de gran tamaño que representan el aire, el fuego, la tierra y el agua.

El cuadro se hizo para los archiduques Alberto e Isabel. Está repleto de imágenes de las preciosas posesiones que guardaban en su palacio y jardines de Bruselas. Vemos conchas exóticas, tulipanes de Turquía, leones, osos... ¡hasta una cobaya peruana abajo en el frente!

Katharina Van Cauteren: Esto es casi como un catálogo de la creación.

Narradora: Estas maravillas de la naturaleza son testigos de la fascinación contemporánea por la exploración del mundo y el descubrimiento científico.

Katharina Van Cauteren: A partir del siglo XVI, se puede ver lo bien que estos nuevos investigadores empiezan a explorar el mundo que les rodea. //Quieren estudiar cada flor, cada detalle.

Narradora: Por un lado, vemos precisión científica. Por otro, esos leones, osos y ovejas coexistiendo en perfecta armonía ¡probablemente sean más simbólicos que realistas!

Katharina Van Cauteren: Así que esto es en realidad una declaración política.

Narradora: Sugiere que los archiduques van a recrear un paraíso pacífico y armonioso aquí en la tierra. El cuadro es interesante también por otra razón: Hendrick De Clerck pintó las figuras, y Denijs Van Alsloot el paisaje.

Katharina Van Cauteren: En el siglo XVII surge la figura del conocedor del arte, alguien que puede discernir las diferentes manos y estilos. Y es por este motivo que la colaboración entre artistas es algo nuevo y emocionante para estos conocedores, para estos coleccionistas.

111. Jacob Jordaens, Sagrada Familia con un ángel, c. 1625

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Narradora: Es el ala del ángel la que delata la realidad: no se trata de un retrato habitual de un bebé recién nacido con su familia. Bueno, quizá también las cuentas del rosario y el racimo de uvas que simboliza la misa católica. Así que... este bebé es el Niño Jesús, sentado en el regazo de María, mientras su esposo José le sonríe.

Katharina Van Cauteren: Y observe sus manitas: sigue siendo conmovedor, incluso después de todos estos siglos.

Jacob Jordaens debe haber sido un verdadero y cariñoso hombre de familia. En este cuadro, utiliza a su esposa y a su hijo pequeño como modelos para esta imagen tan conmovedora de la Sagrada Familia. Y como Jordaens era uno de los pintores más importantes de Amberes, la gente sin duda lo sabía y los reconocía. No se trata de santos lejanos. Son personas comunes como usted y como yo. Incluso miran al espectador, como si estuvieran diciendo, “ven y acompáñanos en nuestros momentos íntimos de oración”.

En el siglo XVI, los Países Bajos quedaron destrozados debido a este amargo conflicto religioso.

Narradora: La recién aparecida fe protestante estaba ganando terreno.

Katharina Van Cauteren: Y se suponía que el arte les haría volver a la buena fe católica. Para ello, la empatía era crucial y, en esta pintura, Jordaens cumple esa misión.

112. Peter Paul Rubens, Adoración de los Reyes Magos, c.1606

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Narradora: En este cuadro, Peter Paul Rubens saca de su caja de herramientas el dramatismo, el movimiento y la emoción para dar vida a la historia del Niño Jesús y los Reyes Magos. Una brillante luz desciende desde arriba para llevar nuestra atención hacia Cristo, que se vuelve hacia la tierna mirada de su madre. A sus pies, el Rey Mago de más edad se arrodilla con los ojos cerrados en silenciosa adoración. El cuadro anima a los espectadores a sentirse de la misma manera: emocionados, con su devoción cristiana reforzada.

Katharina Van Cauteren: El cuadro resulta, en realidad, muy abrumador. Es tan pequeño, pero tiene bastante fuerza.

Narradora: Rubens pintó la escena hacia 1606, siendo un joven artista en Italia. Allí aprendió a crear imágenes que apelaran a los sentimientos de los espectadores, pero también a transmitir mensajes políticos y religiosos convincentes, como, por ejemplo, esos Reyes Magos.

Katharina Van Cauteren: En realidad, también encarnan los cuatro continentes, lo que, por supuesto, es también una declaración política y religiosa: el cristianismo ya está presente en todos los rincones del mundo. Si se fija en el pequeño ayudante de la izquierda, él representa América como un nuevo continente.

Narradora: Esta capacidad de dotar a un cuadro de diferentes capas de significado atrajo a los numerosos mecenas de la realeza de Rubens. Entre ellos se encontraban los archiduques Alberto e Isabel, que lo contrataron en cuanto regresó a Flandes desde Italia.

113. Anthony Van Dyck, San Sebastián, c. 1627-1632

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Narradora: Atravesado por flechas por los torturadores romanos enfurecidos por su fe cristiana prohibida, San Sebastián se recuesta contra un árbol. Su cuerpo, que nos recuerda al de Cristo bajado de la cruz, emerge de las tinieblas, bañado en la luz divina. Y sus ojos parecen girar hacia atrás como si estuviera a punto de morir.

Es una escenificación increíblemente teatral, que resulta aún más electrizante por la habilidad del artista que la pintó. Anthony Van Dyck, al igual que Rubens, fue un arma para los archiduques católicos de Flandes en su lucha contra la expansión del cristianismo protestante. El protestantismo amenazaba no solo su fe, sino, en última instancia, su propio gobierno.

Katharina Van Cauteren: Y, por supuesto, los archiduques empiezan a utilizar el arte con inteligencia. De modo que, en primer lugar, dan muchos encargos a artistas como Rubens, Van Dyck y Jordaens, porque ellos, como nadie más, sabían cómo conmover a los espectadores, llegar hasta ellos emocionalmente, utilizando estos inteligentes trucos visuales. Me gusta compararlos con los cineastas: ellos pulsan el botón de pausa en la escena más crucial. Y entonces se nos eriza la piel pensando, ah, ¿qué está pasando aquí?, y mira esto, y ahora ¿qué va a pasar? Así que el resultado es que los archiduques sí que restablecen su poder y, siglos después, el núcleo del territorio archiducal evolucionará hasta lo que es la actual Bélgica.

114. Introducción al Salón de gabinete de curiosidades

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Narradora: Minerales exóticos y mariposas. Intrincadas tallas medievales y antiguas esculturas clásicas. Cuadros que cuentan historias o que presentan un jarrón de hermosas flores que, en realidad, nunca podrían florecer a la vez. Maravillas mecánicas. ¡Hasta un albatros disecado! Este espacio recrea lo que podría sentirse al visitar un gabinete de curiosidades, un salón en la casa de un ciudadano europeo rico donde se exponían estas colecciones. Siéntase en confianza de andar por la sala mientras escucha. Aquí nos habla nuevamente el director del museo, Christoph Heinrich:

Christoph Heinrich: Era casi un teatro del mundo que la gente conocía en aquella época. Por lo tanto, no era solo una colección de muchas cosas diferentes. Era una representación del universo;

Narradora: por supuesto, ¡el universo tal y como lo entendía la persona coleccionista! Los primeros gabinetes de curiosidades aparecieron en los palacios de los gobernantes europeos. En el siglo XVI, los ciudadanos ricos querían sus propias versiones. Los gabinetes estaban organizados en categorías: naturaleza, arte, objetos exóticos de lejos e instrumentos científicos. Las valiosas rarezas que se creían procedentes de bestias míticas eran especialmente populares.

Christoph Heinrich: Un cuerno de unicornio era una pieza maravillosa de cualquier gabinete, o un huevo de dragón, o, bueno, cosas que realmente viven más en el ámbito de la fantasía.

Narradora: Estas colecciones, sin duda, simbolizaban el estatus, demostraban la riqueza de una persona y sus conexiones globales como banquero o comerciante. También permitían entretener a los amigos y estudiosos visitantes con animadas charlas sobre historia, arte, ciencia, naturaleza... ¡las posibilidades eran infinitas!

Christoph Heinrich: Una persona podría mostrar sus conocimientos, pero creo que tal vez también conversaría sobre sus teorías o sus ideas: cómo algo ocurre en la naturaleza y puede reflejarse en el arte.

Definitivamente, estos gabinetes fueron los precursores de los museos modernos y diría que, sobre todo, de la idea del museo enciclopédico: el museo de arte mundial, como lo es el Denver Art Museum, donde se pueden apreciar objetos de culturas muy diferentes y de periodos muy distintos en el tiempo.

115. Peeter Neeffs and Gillis Van Tilborch, Pareja elegante en un gabinete de coleccionista, 1652 and c. 1675

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Narradora: Algunas colecciones privadas incluían tanto arte que se podía tener una sala especial para ello, como la que se aprecia aquí.

Christoph Heinrich: Hay una gran variedad de pinturas representadas en esta obra: paisajes, escenas religiosas, bodegones y retratos.

Narradora: Una colección como esta representaba una riqueza considerable.

Christoph Heinrich: Creo que el coleccionismo, entonces y ahora, tenía mucho que ver con el estatus. Una persona establecía su rango en la sociedad al tener no solo una gran casa, sino también, creo, el gusto y el acceso a las fuentes de donde provenían estos objetos –así como el conocimiento, por tanto, para conocer las pinturas, para diferenciar un pintor de otro.

Narradora: También hay espacio para un poco de comedia; después de todo, esto es Flandes. En la esquina inferior izquierda, un perro gruñe a un mono. Un mono es, por supuesto, otra posesión cara y exótica, que podría haber saltado de uno de los cuadros, sobre todo porque los flamencos tenían un dicho: "El arte es el mono (imitador) de la naturaleza".

Originalmente, la escena representaba a cinco hombres examinando y comentando las obras de arte. Pero los borraron y, en su lugar, se añadió a esta pareja. Disfrutan de la colección de arte que quizá hayan comprado en la vida real, ¡o que tal vez solo hayan tenido en sus sueños!

Esta es la última parada del recorrido con audioguía de hoy. Esperamos sinceramente que haya disfrutado de la exposición. Si tomó prestado un dispositivo, por favor devuélvalo en el quiosco al salir.

Producción

  • Guion original en inglés/producción: Frances Homan Jue
  • Diseño de sonido: Postmodern
  • Traducción al español: Ana Labayen

Voces

  • Christoph Heinrich (Español: Esteban Silva)
  • Katharina Van Cauteren (Español: Diana Holguin)
  • Narradora: Kendra Hoffman (Español: Ana Maria Alvarez)

Family Audio Guide

200. Frans Snyders, Una dispensa con carne de caza, c. 1640

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Julian: Oh – Goeiedag! Así es como decimos “hola” en Flandes, nuestro rinconcito de Europa, encajado entre Francia, Alemania y los Países Bajos. ¿Qué hacen todos ustedes aquí en la despensa de nuestra cocina? No pueden verme. Simplemente estoy fuera de vista. Pero mi nombre es Julien y tengo 14 años. Como otros muchachos de mi edad del siglo XVII, ya estoy trabajando. Soy aprendiz de cocina en la casa de un afamado noble. ¡Algún día me convertiré en un excelente cocinero! Pueden mirar, pero no toquen nada de esta maravillosa comida. Muy pronto debo ayudar al chef a prepararla. Eso incluye los conejos que cuelgan allá a la derecha,arriba del venado y el jabalí. Fuimos esta mañana al bosque a cazar y logré atrapar esos conejos con la ayuda de mi perro, Rufus. Pueden verlo allí a la izquierda. Será un festín grande y elegante: habrá langostas y uvas. ¡Mmm! Mi familia no podría permitirse comprar todas esas cosas tan caras. Pero nuestro noble realmente quiere impresionar a todos sus invitados ¡y tiene el dinero para hacerlo! ¿Cuál es su comida favorita en esta despensa?

La mía es…¡Rufus! ¿Adónde vas? ¡Regresaaa! ¡Oh no! Les apuesto que se ha ido a jugar con esos otros dos perritos que ni siquiera le hacen caso. Viven en un cuadro. Está ocurriendo una cosa muy extraña en esta casa. Las obras de arte están… cobrando vida. ¡Será mejor que vengan conmigo y se den cuenta ustedes mismos! Nos vemos enfrente de una pintura llamada La Virgen y el Niño Jesús con santa Ana. Allí están los dos perros y ¡les apuesto un florín a que Rufus está con ellos!

201. Artista de los países bajos del sur, Santa Ana con la Virgen y el Niño ante un seto de rosas, c. 1520

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Julian: ¡Ah! ¡Se lo dije! No sé cómo, pero Rufus se metió en este jardín de rosas. Creo que está escondido entre los arbustos… ¿Dónde se esconderían ustedes en esta pintura? Seguro me meteré en un lío si entro ahí.  ¡Rufus! ¿Cuántas veces te he dicho que no te juntes con esos perros, Haan y Darby? Las damas vienen aquí buscando paz y silencio, ¡no perros ladrando!

Estas damas parecen muy especiales, con sus ropas y joyas elegantes. ¡Espera! Creo que son las mismas que están en las pinturas de la iglesia de nuestro pueblo. Ese bebé tiene una luz alrededor de su cabeza. Así que… es el Niño Jesús, el que los cristianos creen que es Hijo del propio Dios. La de rojo es su abuela y su mamá, María, la que lo sostiene. Un sacerdote me contó que viste de azul porque es la reina del cielo. En cualquier caso, alejémonos de puntitas para no molestarlas.

¡Rufus, ven aquí!¡Ja, ja! ¡Rufus, perro malote! ¡Vamos a visitar a Elisabet, mi amiga muy loquilla! Ella es una especie de payasa, lo que se llama una bufona de la corte. Vive en el palacio real. Su trabajo consiste en entretener a la gente y es muy chistosa. Nos vemos enfrente del cuadro Retrato de Elisabet, bufona de Ana de Hungría, y así hablamos con ella.

202. Jan van Hemessen, Retrato de Elisabet, bufón de la corte de Ana de Hungría, c. 1525

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Elisabet: ¡Alto! ¿Quién va ahí? ¡Diga su nombre!

Julian: ¡Tú sabes mi nombre, es Julian!.

Elisabet: ¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos apestoso olería igual de horrible con cualquier otro nombre.

Julian: (laughing hard) ¡Ahhhh! ¡Muy bueno, Elisabet! Te he traído a este tropel para que los entretengas.

Elisabet: ¿Y qué tal este? ¿Cuál es la fruta más chistosa?

Julian: La naranja, ja, ja

Elisabet: ¿Quieres escuchar un chiste de peces?

Julian: ¡Claro!

Elisabet: ¿Qué le dijo un pez a otro pez?

Julian: No sé.

Elisabet: ¡Nada! (riendo ruidosamente)

Julian: Les dije que era muy chistosa. ¡Su trabajo es entretener!

Elisabet: Algunas personas piensan que tengo un aspecto raro, con mi collar hecho de anillos que tintinean por dondequiera que vaya. Pero el que ríe el último, ríe mejor. En el palacio real, sus Altezas no pueden vivir sin mí. ¡La vida de palacio puede ser tan aburrida! Reuniones interminables. Papeleo estatal. Cenas sofisticadas que duran horas y horas. ¿Quién les levanta el ánimo? ¡YO! Ni más ni menos. Les hago reír y olvidar sus obligaciones, aunque solo sea por un momento. Ahí va otro…

¿Sabes qué contestó mi perro cuando le pregunté cómo me veo? ¡Guau!

Julian: ¡Ja, ja, ja!) ¡A Rufus le gustó este! Elisabet podría seguir chiste tras chiste sin parar por largo tiempo. Es lo que hacen los bufones. ¡Nos tenemos que ir, Elisabet!

Elisabet: ¡Ohhh! ¡Solo uno más! ¿Por qué las focas nadan en agua salada? ¡Porque el agua con pimienta les hace estornudar!

Julian: ¡Ahhhh! ¡Graciosísimo! Vamos, Rufus y todos los demás. Vamos a conocer a otras personas que también están un poco locas. Nos vemos en la Burla de la locura humana.

203. Frans Verbeeck, La burla de las locuras humanas, c. 1560

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Julian: Tranquilo, Rufus. ¿Ven de qué se está quejando Rufus? Si se fijan atentamente, verán que las personas de esta extraña escena se dedican a comerciar con tontos o bufones en miniatura. Como nuestra amiga Elisabet, solo que ela no es una miniatura. Este artista se burla de los seres humanos pintando ejemplos de mal comportamiento. ¿Ven delante, en el centro del cuadro, a unos mercaderes sentados en una mesa con un grupo de gente diminuta? Vamos a hablar con ellos. Hallo, mercaderes, ¿qué están haciendo?

Vendedor: ¿Qué crees tú que hacemos, muchacho? Estamos comerciando tontos. ¡Ja, ja, ja!

Julian: Pero… ¿por qué?

Vendedor: ¿Y por qué no?¡Au! ¡Au! ¡Au! ¡Au!

Julian: Bufoncito de rojo, ¿por qué estás sentado a hombros de ese hombre, montándole como si fuera un caballo y le golpeas en la cabeza?

Tonto: ¿No es obvio? Este tipo es tan zopenco que tiene una piedra por cerebro ¡y estoy intentando sacársela de su cabeza!

Julian: Yo pensaba que era imposible curar la estupidez con cirugía.

Tonto: ¡Exactamente! (Shrieks with laughter) ¡Estas personas grandes son tan estúpidas como ellas piensan que lo somos nosotros!

Julian: O… key… ¿Qué piensan todos ustedes que está ocurriendo a la derecha, en la jaula que cuelga entre esos dos árboles? ¡Madre mía! ¡Es un bufón empollando un enorme huevo y otro bufón más pequeñito está saliendo del cascarón! ¡Qué raro!

Vendedor: ¡Aquí no hay nada raro! ¡En absoluto! Significa que no debemos permitir que los tontos pongan huevos, porque entonces nacerán más tontos. ¡Ja, ja, ja!

Julian: Ah. Cierto. Creo que ya hemos tenido suficiente de todo esto.¡Ay, no otra vez! Supongo que a Rufus no le gustó esta. Será mejor que vayamos por él. Otro lugar al que le gusta ir es a escuchar a gente del pueblo cantar. ¡Nos vemos en La serenata y los escucharán!

204. Jacob Jordaens, La serenata, c. 1640-45

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Julian: ¡Ahí está Rufus! ¿Lo ven ahí delante, con su cabeza vuelta hacia la mujer en la ventana? ¿Por qué está todo el mundo mirándola?

Niño: Le estamos dando serenata a esa mujer. Es mi hermana. Los mayores tocan la gaita y yo estoy cantando. ¡ Les cuento un secreto. ¡El artista que pintó este cuadro es mi papá! Es el hombre del medio de aspecto tontorrón que sopla la gaita con los cachetes hinchados.

Julian: ¡Perfecto! Yo tengo aquí mi instrumento. ¡ Los acompaño también!

Niño: Mmmm… Gracias, pero ¿no, gracias? Por favor, estás arruinando la serenata. ¡Vete de aquí!

Julian: Bueno, bueno, nos vamos. ¡Salgamos de aquí! ¡Vámonos a visitar a alguien que nos aprecie! Un príncipe, por ejemplo. ¡Reúnanse conmigo en el retrato del príncipe Guillermo II de Orange!

Niño: Sí, andando, ¡adios!

205. Anthony van Dyck, Retrato del príncipe Guillermo II de Orange de niño, about 1631

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Príncipe Guillermo: Siéntate, Fidele. ¡Muy bien! Aquí va tu premio.

Julian: ¡Rufus, no!

Príncipe Guillermo: ¿Cómo se atreven a entrar en mi reino? ¿Pero cómo han conseguido pasar mis guardias?

Julian: Mmmm… Bueno, yo siempre quise conocer a un príncipe.

Príncipe Guillermo: Ya veo. Debo confesar que me alegra veros. Aquí, Fidele es mi único amigo. Y me alegro de hacer un descanso. Me están pintando mi retrato y es muy difícil tener que estar quieto durante horas y horas. Me gritan si acaso muevo un músculo.

Julian: Eso sí que suena aburrido. Aunque tiene el lujo de vestirse con esa ropa tan elegante.

Príncipe Guillermo: Este cuello de encaje me pica. Pero me gusta el resto de mi vestimenta. ¿Se fijan cómo es naranja? ¡Ese es mi color!

Julian: Por supuesto. Usted es el príncipe de Orange. También me he dado cuenta del naranjo que hay en el tapiz detrás de usted y en el escudo de armas de la familia.

Príncipe Guillermo: Les cuento un secreto. ¡Este retrato es para un festival grandioso donde mi padre, el rey Federico, anunciará que soy su sucesor!

Julian: ¿Quiere decirnos que estamos en la presencia de un futuro rey? ¡Guau!

Príncipe Guillermo: Claro. Ahora tengo cinco años y, por primera vez, me permitieron llevar pantalones en vez de los largos vestidos para niños pequeños. ¡Por fin!

Julian: Yo haría cualquier cosa por ponerme ropa tan elegante como la suya, incluso los vestidos.

Príncipe Guillermo: Pues háganlo. Cuando terminen aquí, diríjanse a un lugar mágico llamado Central Familiar. Allí, usted y sus amigos pueden probarse toda clase de prendas elegantes. Pero que sea un secreto. Se supone que solo la realeza puede llevar ropas tan finas.

Julian: Gracias por contarnos tantos secretos, Alteza. ¿Dónde cree que deberíamos ir ahora?

Príncipe Guillermo: Al pueblo de los monos. ¡Es muy divertido! Ojalá pudiera ir yo también, pero tengo que quedarme para que terminen mi retrato. Por favor, vengan otra vez a visitarme.

Julian: Lo haremos. ¡Adiós, príncipe Guillermo!

206. David Teniers II, Fiesta de los monos, 1633

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Julian: ¡Guau! ¡Sí que es verdad que hay un pueblo entero de monos! Los artistas usan a veces monos para burlarse de los humanos. Estos son como las personas que presumen de comida, bebida y ropa ostentosas. ¡Ey, monos!

Mono: ¡Oh, no! ¡Humanos… y un perro!

Julian: ¿Qué hacen ustedes aquí?

Mono: No hay nada que ver aquí. Aquí solo hacemos cosas de monos: comer, beber, tocar instrumentos… limpiar nuestras armas… por si acaso…

Julian: Oh, nosotros no queremos armar ningún lío. Es solo que… Nunca he hablado con un mono antes ¡y menos aún con uno tan bien vestido!

Mono: Bueno, pues perdónenos por vestir bien y comportarnos adecuadamente. No hay nada que ver aquí. Así que mejor se marchan. ¡Este es el festival de los monos, no el de los humanos! Monos, no humanos, monos, no humanos, monos, no hummm…

Chef: ¡Julien, Julien! ¿Cómo te sientes? ¿Julien?

Julian: ¡Chef! ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde estoy?

Chef: Oh, Julien, mi niño. Esa gran pierna de pavo cayó de la mesa y te golpeó en la cabeza. El doctor dijo que debías descansar. Así que te dejamos en la despensa, donde hay tanto silencio.

Julian: Bien, pues Rufus y yo hemos vivido una gran aventura. ¡Fuimos a un palacio real y hablamos con bufones y monos!

Chef: Mmmm. Eso debe de haber sido por el golpe en la cabeza. Bueno, gracias a Dios has vuelto con nosotros sano y salvo.

Julian: Es verdad, chef. Pregúntele aquí a todos mis nuevos amigos.

Chef: Yo diría que necesitas descansar un poco más, Julien. Puedes ayudar con la cena cuando estés listo.

Julian: Tal vez lo he soñado… Pero creo que parte de lo que ha pasado ha sido real ¡y sé cómo demostrarlo! Vamos a buscar esos trajes de los que habló el príncipe Guillermo. Pide permiso a tus adultos para ir a la Central Familiar en el segundo piso del Edificio Martin para probártelos. ¡Gracias por acompañarme en esta aventura! ¡Adiós! O como decimos en flamenco: ¡Saluu!

Production

  • Writer/Producer: Lindsay Genshaft
  • Sound Design: Postmodern
  • Spanish Translation: Ana Labayen

Voices:

  • Julien: Ryan Paige
  • Elisabet: Jessica Robblee
  • Prince Willem: Elle Boone
  • Vendor/Fool: Eric Braa
  • Monkey/Chef: Jay Preston
  • Child: Gracia Damsgard

Saints, Sinners, Lovers, and Fools: 300 Years of Flemish Masterworks is co-organized by the Denver Art Museum and The Phoebus Foundation, Antwerp (Belgium). It is presented by the Birnbaum Social Discourse Project. Support is provided by the Tom Taplin Jr. and Ted Taplin Endowment, Keith and Kathie Finger, Lisë Gander and Andy Main, the Kristin and Charles Lohmiller Exhibitions Fund, the Samuel H. Kress Foundation, Christie's, the donors to the Annual Fund Leadership Campaign, and the residents who support the Scientific and Cultural Facilities District (SCFD). This exhibition is supported by an indemnity from the Federal Council on the Arts and the Humanities. Promotional support is provided by 5280 Magazine and CBS Colorado.