La sala de las Artes de las Américas Antiguas es testimonio del diálogo continuo entre el pasado y el presente. Las intervenciones de artistas contemporáneos nos muestran cómo creencias, estilos y labores ancestrales resuenan hoy en día. Dos performances de la artista Sandra Monterroso recogidas en video, Colorando las hebras (2011) y Decolorando las hebras (2011), a la vista en la sala central, documentan el laborioso proceso de teñir y lavar a mano el algodón, una tradición practicada durante siglos por las mujeres indígenas mayas.
El arte de esta artista guatemalteca de ascendencia maya quiché (k'iche')explora la dinámica de la comunidad indígena, su cultura y recursos naturales en un mundo postcolonial. El catalizador de esta exploración artística fue un momento profundamente conmovedor en la vida de Monterroso, cuando escuchó a su abuela, María Maas, en su lecho de muerte hablar en quiché. La revelación de este legado previamente desconocido empujó a la artista a buscar una conexión más profunda con sus raíces culturales y a fortalecer el vínculo con los ancianos mayas quichés.

Sandra Monterroso, Colorando las hebras, 2011. Video cortesía de la artista

Sandra Monterroso, Colorando las hebras, 2011. Video cortesía de la artista
Las técnicas textiles se transmiten de generación en generación, entrando a formar parte de la comunidad y su legado. La abuela, las tías y la madre de Monterroso se mudaron a la ciudad de Guatemala para trabajar como costureras, empleando su destreza como modistas. La práctica artística de Monterroso rinde homenaje al legado materno. Al principio se sintió atraída por la lengua, pero los tejidos se convirtieron en el vehículo de expresión del entrelazamiento de los temas personal y político.
Durante milenios, las comunidades mayas han creado tejidos que encarnan la identidad, creatividad y riqueza de la comunidad. La producción de tejidos, que conlleva hilar, teñir y tejer, es un trabajo sobre todo de mujeres. Entender los tejidos como una forma de cultura material que ayuda a mantener unida a la comunidad hace también que la responsabilidad de sostener y preservar estas tradiciones recaiga en las mujeres, relegando, al mismo tiempo, estas labores al ámbito doméstico. En su práctica, Monterroso articula cómo el reconocimiento de los tejidos como producción artística es un reflejo de movimientos sociales más amplios que abogan por los derechos de las personas indígenas y las mujeres.
Presentados en forma de díptico, los videos de Monterroso usan la producción y mantenimiento de los tejidos como metáfora de la identidad y lucha de las mujeres mayas en la Guatemala contemporánea. Monterroso se graba a sí misma tiñendo, en un video, y lavando, en otro, cien libras de algodón. Los videos se enfocan en el trabajo físico que conlleva este arduo proceso. Sus movimientos evocan los de miles de mujeres mayas, pasadas y presentes, que lavaban la ropa de la familia en los ríos. Además, durante los 36 años que duró la guerra civil de Guatemala (1960-96), se lanzaron tantos cadáveres de mujeres asesinadas a los ríos que estos terminaron contaminados. Tras esta violencia, las acciones de Monterroso se convierten en una metáfora del desvanecimiento/decoloración de la historia y la memoria.
El tinte amarillo brillante que Monterroso elimina del algodón en Decolorando está hecho a base de cúrcuma, un pigmento usado en Guatemala durante un periodo breve en el siglo XIX. Los pigmentos que, normalmente, Monterroso usa en su arte, como el índigo, la cúrcuma, el achiote y la cochinilla, responden a una selección basada en su significado simbólico para la comunidad maya y otras comunidades indígenas. En la cosmología o universo maya, el amarillo simboliza, no solo el punto cardinal sur, sino también el nacimiento.
En su práctica artística, Monterroso se enfoca en el legado político y colonial de Guatemala y pone en primer plano a las comunidades indígenas contemporáneas. A través de su obra, Monterroso aboga por el reconocimiento de Guatemala como heredera viva de los mayas, como comunidad que lucha y medra. Las iniciativas recientes en favor de la descolonización de los espacios museísticos defienden la consideración de la producción textil como forma artística contemporánea, no como una manualidad devaluada. Por su parte, artistas indígenas como Monterroso abogan por un reconocimiento similar al recibido por otros artistas. Aunque el DAM es líder en la colección de tejidos creados por artistas indígenas de comunidades nativas americanas y de otras partes del mundo, los ejemplares provenientes de América Latina son escasos. Esta intervención es un primer paso para salvar esa distancia.