one of the galleries in the Malinche exhibition

Entrevista con la cocuradora de la exposición Malinche del DAM

Terezita "Tere" Romo, cocuradora de Traitor, Survivor, Icon: The Legacy of La Malinche (Traidora, sobreviviente, ícono: El legado de la Malinche) es profesora y miembro del Departamento de Estudios Chicanos de la Universidad de California, Davis. Ha publicado extensamente sobre el arte chicano, más recientemente como colaboradora de la exposición del Smithsonian American Art Museum, ¡Printing the Revolution!: The Rise and Impact of Chicano Graphics, 1965 to Now (¡Imprimiendo la revolución!: El auge y el impacto de la gráfica chicana, desde 1965 hasta hoy) y A Companion to Modern and Contemporary Latin American and Latina/o Art (Un acompañante del arte moderno y contemporáneo latinoamericano y arte latino) (2022). Es autora de la monografía del artista Malaquías Montoya, así como coeditora de Chicano and Chicana Art: A Critical Anthology (Arte chicano y chicana: Una antología crítica) (2019). Ha sido curadora en jefe del Mexican Museum en San Francisco y directora artística del National Museum of Mexican Art en Chicago. Como curadora independiente ha organizado numerosas exposiciones de arte chicano en el Crocker Museum en Sacramento, Oakland Museum, la Galería de la Raza en San Francisco, el Autry Museum en Los Ángeles y, más recientemente, el National Museum of Mexican Art en Chicago.

Traitor, Survivor, Icon surgió de la exploración de Tere Romo acerca del impacto de Malinche como figura histórica e ícono feminista. Victoria Lyall, cocuradora de la exposición y curadora Jan y Frederick Mayer de Arte de la América Antigua en el DAM, entrevistó a Romo sobre sus primeras impresiones acerca de esta figura histórica y las experiencias que propiciaron el desarrollo de este proyecto.

Victoria: ¿Puede describir sus primeros recuerdos y asociaciones con Malinche? ¿Qué aprendió sobre su historia?

Tere: Crecí con la imagen de Malinche y Cortés representada en La Noche Triste de Jesús Helguera. La imagen enmarcada formaba parte de un calendario que mis padres trajeron cuando emigramos a los Estados Unidos. Aunque nunca les mencioné nada de ella ni de la imagen, el hecho de que estuviera en un lugar destacado de nuestra sala me hizo ver su figura desde una perspectiva más positiva. Malinche me ayudaba a explicar por qué nuestra familia tenía un cierto color de pelo, piel y ojos. No fue sino hasta que llegué a la universidad que conocí el concepto y el nombre de esta mezcla racial: el mestizaje.

[Malinche] es una persona complicada que no encaja en categorías positivas o negativas estrictas.

– Terezita Romo
Close-up painting of Malinche from the neck up

Alfredo Ramos Martínez, La Malinche (Young Girl of Yalala, Oaxaca), 1940. Oil paint on canvas; 50 x 40 1/2 in. (127 x 103 cm). Phoenix Art Museum: Adquisición del museo con fondos de Friends of Mexican Art, 1979.86. ©The Alfredo Ramos Martínez Research Project, reproducido con autorización.

Victoria: ¿Cuándo se enteró de que ciertas personas fuera de su familia tenían una opinión negativa de Malinche?

Tere: Cuando estaba en la escuela de posgrado a principios de la década de 1970, justo cuando el movimiento chicano comenzaba a cobrar fuerza. Leí El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Me gradué de la que hoy es la University of San Francisco y me matriculé en un programa de posgrado en la Sacramento State University (ahora Cal State Sacramento).

Siempre había sido una ávida lectora y El laberinto de la soledad era uno de los libros que nos dijeron que leyéramos. En un primer momento, leí el ensayo [de Paz] sobre los pachucos porque algunos de los artistas con los que me relacionaba, como José Montoya, creaban obras de arte [relacionadas con ese tema].

Más adelante, me encontré con el ensayo de Paz "Los hijos de la Malinche”. Aprendí que la Malinche era conocida como una traidora, no solo por ser intérprete del enemigo (Cortés y los españoles), sino también por su traición sexual, todo lo cual hizo que los mexicanos —pero especialmente los varones— fueran maldecidos y traumatizados por su madre nacional "Chingada" (violada).

El ensayo de Paz era brutal porque la castigaba a ella y a su papel, y básicamente la hacía culpable. Yo no podía creerlo. Más tarde, me enteré de que algunos profesores chicanos asignaban ese ensayo como parte de las lecturas de su clase. ¿Por qué hacían eso? Yo no lo entendía.

También escuché el término "malinchista" (un término derivado de Malinche, que es un insulto en español mexicano y significa ser un traidor a los suyos) en las reuniones del movimiento chicano dirigido a las chicanas, pero también a las personas que favorecían a los “anglos” o “gabachos” como se les llamaba entonces. Yo no entendía por qué aquello se dirigía contra las chicanas. El movimiento chicano tenía que ver con la liberación y la autodeterminación, y las chicanas a las que se les llamaba "malinches" estaban rompiendo con las limitaciones y restricciones, sobre todo en cuanto a los roles de género. Pero, dentro del movimiento, se las frenaba y se les decía: no deberías buscar puestos de liderazgo; no deberías pensar en salir con quien tú deseas, aunque sea una persona blanca, porque entonces estás traicionando a tu raza. Todo esto era visto como actos de traición contra el movimiento chicano.

Siempre me ha parecido interesante, pero acertado, que fueran poetas y escritoras las primeras en rehabilitar a la Malinche, dado su papel histórico con las palabras como intérprete, traductora de Cortés.

– Terezita Romo
Brightly colored, richly textured stylized painting of Malinche

Alfredo Arreguín, La Malinche (con Tláloc), 1993. Oil paint on canvas; 48 × 36 in. (122 × 91.4 cm). The Keller Family. © Alfredo Arreguin, imagen por cortesía de Rob Vinnedge Photo.

Victoria: Me imagino que debió haber sido desmoralizante oír que los profesores chicanos asignaban a Paz y perpetuaban esta visión de las mujeres como ciudadanas de segunda clase, incluso entre el movimiento chicano.

Tere: Sí, pero yo tuve suerte. Como era una lectora ávida, descubrí la La Raza Bookstore, una librería comunitaria que había sido creada por estudiantes de la Sacramento State University. Empecé como voluntaria, y finalmente me convertí en directora y curadora de su espacio de galería. Allí, tuve la oportunidad de conocer una variedad más amplia de libros, incluyendo poesía chicana y escritos académicos. Descubrí la poesía de Adalijza Sosa Riddell y Alicia Gonzales, que se referían a la Malinche, no solo como personaje histórico, sino también para rebatir que se la usara para ofender a las chicanas. Existían todas estas capas y obstáculos que hacían que las chicanas se sintieran ciudadanas de segunda clase y atrapadas entre culturas. Creo que eso es lo que les atrajo cuando leyeron sobre Malinche y el hecho de que estuviera atrapada entre dos mundos diferentes.

Victoria: Si la entiendo bien, existe una conexión que las une a través de los siglos. La lucha que ven en la historia de la Malinche refleja la lucha que ellas están viviendo en su presente.

Tere: Exactamente. Sí. Creo que es importante porque a mí me habla de la relevancia de alguien como Malinche. Y, por tanto, creo que parte de ello es la capacidad de tomar una figura histórica como esa y ser capaz de verse en ella y lo que tuvo que afrontar. Es algo que me parece único en Malinche, especialmente para las chicanas, no solo durante ese período del movimiento chicano, sino también en la actualidad.

Victoria: Usted ha rastreado muchos de los primeros poemas que rehabilitaban y revindicaban a la Malinche. ¿Qué impacto tuvieron en usted?

Tere: Siempre me ha parecido interesante, pero acertado, que fueran poetas y escritoras las primeras en rehabilitar a la Malinche, dado su papel histórico con las palabras como intérprete, traductora de Cortés. Creo que las poetas, sobre todo, se veían a sí mismas como conductos para la difusión de sus palabras y sus perspectivas, para rescatarla a ella, su legado y su voz.

Esto se refleja en el primer ensayo chicano sobre Malinche, que se publicó en la revista Stanford’s Chicana journal, Imágenes de la Mujer. Delia Islas toma una historia sobre cómo la fortaleza de su madre le dio oportunidades para cursar estudios superiores —Islas era estudiante de Stanford en aquel momento— y la entrelaza con su propio descubrimiento de la Malinche. Me encanta esta cita suya: "Durante demasiado tiempo, solo los varones han escrito nuestra historia y creo que han cometido una injusticia con esta extraordinaria mujer". Para Islas, el legado de Malinche está ligado a la resiliencia de su madre, de otras mujeres como ella y en su toma de conciencia como chicana. No se trata solo de defender a Malinche, sino de decir que todo esto forma parte de una cuestión más amplia, la cual es que son los hombres quienes narran la historia. Ellos son los que relatan la historia. A nosotras, o bien se nos deja de lado, o bien se nos interpreta a través de sus ojos. Creo que esa es una de las principales cosas de las que Islas quiere hablar: la ausencia o eliminación de la historia chicana.

Así que, para mí, hay esta confluencia de narrativas: el ensayo de Paz con sus brutales acusaciones, la invocación chicana del nombre de Malinche para controlar el comportamiento de la chicana, y los poemas y escritos de chicanas que rebatían aquellas personificaciones patriarcales y racistas de ella. Escritoras como Sosa Riddell se opusieron a usar el nombre de Malinche para mantener a raya a las chicanas, especialmente por parte de los líderes masculinos que luchaban por la liberación chicana. A mí, con mi experiencia personal de ella como figura positiva, todas estas visiones múltiples y contrapuestas me fascinaron e intrigaron.

Victoria: Malinche vuelve a surgir como tema en la década de 1990. Está muy presente en las obras creadas por artistas visuales chicanos en la primera mitad de la década y, como los poetas, se la retrata positivamente. ¿Cuál fue el factor catalizador? ¿Qué tipo de relación ve entre los artistas y su tema?

Tere: A principios de la década de 1990, con la promoción de las celebraciones del Quinto Centenario de Colón, artistas visuales chicanas -y algunos artistas varones- comienzan a crear imágenes positivas de la Malinche. Para la comunidad artística chicana, este hecho supuso la oportunidad de contrarrestar el bombardeo mediático del "descubrimiento del Nuevo Mundo" y educar al público sobre la destrucción de las culturas y el genocidio de los pueblos indígenas que resultaron del desembarco accidental de Colón en el Caribe y las posteriores invasiones europeas.

Las artistas chicanas aprovecharon esta oportunidad para recuperar a Malinche como parte de la reivindicación de la historia mexicana anterior a la conquista. Participaron en exposiciones colectivas, como la de Counter Colon-ialismo (Contracolon-ialismo) y la más específica Rethinking Malinche (Reinterpretar a la Malinche), expuesta en el Mexic-Arte Museum de Austin. Creo que también vieron todo esto como una forma de resaltar las figuras femeninas que quedaron fuera de la reescritura chicana de la historia de México y Estados Unidos.

Mientras que poetas y escritoras le habían dado una voz, los y las artistas visuales le daban ahora una imagen, un cuerpo real y una presencia.

Espero que las personas que nos visitan puedan experimentar las múltiples dimensiones de su vida que se presentan en cada sección: como mujer indígena, esclava, intérprete, negociadora, madre...

– Terezita Romo
Portrait of La Malinche

Cecilia Álvarez, La Malinche Tenía Sus Razones (La Malinche had her reasons), 1995. Acrylic paint on amate paper; 34-1/2 x 27 in. Courtesy of the artist. © Cecilia Concepción Álvarez.

Victoria: Usted estaba trabajando como curadora durante este periodo. ¿Qué recuerdos tiene de las primeras reacciones a estas obras?

Tere: Cuando era directora y curadora de una organización de arte comunitario, presentamos exposiciones en las que aparecían obras acerca de la Malinche, como las de Santa Barraza, Delilah Montoya y Cristina Cárdenas. En 1995, me enteré de la exposición de arte contemporáneo de Mexic-Arte sobre Malinche. Me puse en contacto con Sylvia Orozco, la curadora. Fue muy generosa y me envió diapositivas de todas las obras y las declaraciones de los artistas. Lo que me impresionó fue la variedad de la obra en Austin: se centraba en artistas contemporáneas y no todas eran chicanas. Estaba Regina Vater, que es de Brasil, por ejemplo.

Creo que lo que me impresionó del arte creado por chicanas fue la variedad de representaciones, con algunas obras más de tipo narrativo que presentaban imágenes de su historia como lo ejemplifica Santa. Otras, como Delilah y Cristina, la situaban en un linaje con otras mujeres fuertes. También había ejemplos que transformaban a la Malinche en integrante de una familia, como los de Annie López y Gloria Osuna Pérez. Se veía un deseo de mostrarla de múltiples maneras que la humanizaran, además de presentarla como una figura histórica. Creo que fue entonces cuando empecé a plantear una exposición basada en metáforas, en cómo ella llegó a representar/figurar como diferentes narrativas -negativas y positivas- que apoyaban objetivos específicos dependiendo de quién contara su vida y su legado. Todo esto me motivó a empezar a investigar para una exposición mientras era curadora en jefe del Mexican Museum en San Francisco.

Victoria: Es interesante que la Malinche se convirtiera en aquella época en un punto de interés para un gran número de artistas de todo el mundo. Y, sin embargo, uno de los descubrimientos más extraños de nuestra investigación es que en las décadas transcurridas desde entonces, Malinche desapareció de la conciencia de los y las jóvenes artistas. ¿Por qué cree que desapareció de la vista? ¿El conjunto de obras de la década de 1990 no tuvo un impacto más duradero?

Tere: No creo que Malinche haya salido de la conciencia más que alguna otra figura histórica, masculina o femenina. Por ejemplo, ahora no hay muchas imágenes de Zapata, no como durante el movimiento chicano o en 1994 con el levantamiento zapatista. Sin embargo, él sigue siendo una potente figura para los y las artistas.

Malinche sigue siendo una imagen importante para algunas artistas, como Santa Barraza, quien sigue representándola, y recientemente fue descubierta por Sandy Rodríguez en el marco de su investigación sobre el Códice Florentino. Para otras supuso un volver a conocerla -especialmente en México- debido a las actividades de conmemoración relacionadas con la Caída de Tenochtitlan. Creo que las exposiciones como la nuestra seguirán manteniéndola relevante y, para artistas más jóvenes, constituyen otra manera de conocerla.

Victoria: ¿Qué le llevó a embarcarse en este proyecto en primer lugar? ¿Qué le parece dónde paró después de todos estos años?

Tere: Personalmente, creo que lo que yo quería era entender cómo esta persona, cuya imagen veía todos los días cuando era joven como algo positivo, podía ser vista como una vil traidora por la mayoría de los mexicanos e incluso politizada por chicanos/as. Se trata de una persona complicada que no encaja en categorías positivas o negativas estrictas. Su vida como muchacha esclava adolescente, en el contexto de la agitación cultural y política durante la invasión española, le hizo tomar una serie de decisiones y reacciones muy complejas.

Como curadora e historiadora del arte que se ocupa de las imágenes y su impacto, me fascina cómo la comunidad de artistas de los últimos cinco siglos ha creado la imagen de Malinche para transmitir su historia de ella. Dentro de ese contexto, para mí resultó importante apoyar el arte de las chicanas que no solo se veían a sí mismas en ella, sino también la obligación de canalizar su lado de la historia -desde una perspectiva femenina, que, en el mundo del arte, aquí y en México- es muy limitada. Creo que, como cocuradoras, pudimos ofrecer una amplia gama de obras de arte que exploran el poder de la imagen de Malinche a lo largo de 500 años en México y en los Estados Unidos, así como apoyar puntos de vista divergentes en relación con su legado.

Victoria: ¿Qué espera que se lleven de este proyecto las personas que lo visitan?

Tere: Como ocurre con todos los personajes históricos, siempre habrá interpretaciones sobre su vida y su significado. Esto se complica con la participación de los/las protagonistas en acontecimientos trascendentales, como la conquista de los aztecas, en la que Malinche fue una figura clave. También creo que una exposición, especialmente la primera de este tipo, no puede abarcarlo todo ni tener la última palabra sobre este asunto. Sin embargo, sí espero que las personas que nos visitan puedan experimentar las diferentes dimensiones de su vida tal y como se presentan en cada sección -como mujer indígena, esclava, intérprete, negociadora, madre-, incluso como traidora e ícono. Y que, después de considerar todas estas facetas de su vida, los espectadores y las espectadoras lleguen a una comprensión más compleja de ella y su legado.